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Autostop Argentina

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miércoles, 23 de marzo de 2011

Rumbo Sur - Epuyen

Armamos una mochila pequeña con lo necesario para el día y continuamos nuestro rumbo. La mañana esta templada y se espera un buen día.

Bajamos hasta el pueblo y luego de hacer unas cuantas compras esperamos el colectivo que nos lleva hasta Epuyen. Aunque esta vez las cosas no salen como lo esperado y el colectivo de la empresa Golondrinas nos deja del lado de afuera de la puerta mientras arranca lleno de mochileros.

Es un colectivo complicado ya que pasa una sola vez en el día y con el asunto del festival de artesano mucha gente enfila para allá.

Rascamos los bolsillos y sin ganas de perdernos de dicho espectáculo, elegimos salir a la ruta en remis por caminos hermosos por donde lo mires picos inmensos cubiertos de vegetación, ríos y arroyos. Hasta que la gente del municipio nos detiene para avisarnos que de ese lugar se hace peatonal y tras caminar un poco mas de seiscientos metros en una lomada llegamos al lago.

El nombre de Epuyén significa dos que se van debido a los dos arroyos que recorren por la localidad para desembocar sobre el río del mismo nombre. Pero si uno puede pensar en algo frente a tanta belleza les aseguro que lo último que piensan es en irse. Aguas profundas y cristalinas los maitenes ubicados estratégicamente por la madre naturaleza para que todo esto con las montañas del fondo sean una pintura perfecta.

El sol está bien alto cuando tenemos que enfrentar con mi compañera la lomada, esta vez por una picada mas escarpada para ir en busca de lo que va a ser nuestro almuerzo.

En la feria ya se ve movimiento sobre todo en la parte de las comidas pero también en los talleres que se están dando de diferentes técnicas. Como la alfarería o el tallado en madera.

Seguimos el rumbo y regresamos con nuestro motín al lago. Sándwich de carne es lo más saludable que pudimos conseguir en una feria donde lo frito es lo que manda y bajo la sombra de una pared de piedra decorada con pequeñas florecitas silvestres de color amarillo dejamos escurrir las horas hasta que el sol sea el conveniente para nuestra piel de ciudad mientras los paisanos chapoteaban en el agua sin importarle los rayos UV o la profundidad del agua que supera los cien metros en algunas parte y no mucho menos a unos diez metros de la costa de piedras.

Como buenos gauchos el mate no nos podía faltar y con los pies en el agua fría los amargos hicieron honor a nuestra tradición que nos acompaña a todos lados.

Y esta vez

charlando con un paisano que fue refugiero del cerro lindo por más de cuatro años. Toda una vida de anécdotas y amor por el refugio. Un ejemplo de vida con tan solo dos décadas y pico de edad y toda una vida para contar pero el tiempo es traicionero y poco a poco las sombras se van haciendo más largar junto con la llegada de la noche.

El festival está por estallar entre artesanos de todos los rumbos y la música que llena el ambiente de buena vibras. Al llegar un grupo de muchachas disputan el honor con las hachas en manos y un tronco rendido en sus pies, mientras el filo de sus pesadas herramientas las acerca cada vez más a su victoria.

Gente de la tierra, gente de manos curtidas por su pasión muestran sus obras de arte en sus puestos. Y los parrilleros deslumbran con la alquimia de los buenos asados.


La temperatura descendió mas de lo esperaba en la noche y en la caja de una F100 enfrentamos la fría ruta mientras la luna llena se asoma tímidamente entre los cerros y nos acompaña en todo el camino apareciendo y desapareciendo en cada curva y contra curva.

viernes, 11 de marzo de 2011

Rumbo Sur – El Bolsón

El clima no tiende a cambiar la mañana del miércoles amaneció con frio y una pequeña llovizna nos obliga a refugiarnos en la carpa. Los planes de llegar hasta la cascada de los duendes son remplazados rápidamente por las cartas y risas.

El viento sopla más fuerte, la pequeña llovizna se convierte en agua nieve y la intención de rumbear para El Bolsón se transformo en una necesidad, por lo que pasado el medio día aprovechamos un momento de paz para instalarnos en el comedor del hostel y comenzar a planear el camino. Lo primero que hicimos es reservar una noche en este lugar, para estar más cómodo y para la tarde cuando el clima nos dio un respiro aprovechamos a recorrer la villa, bordeando el arrollo que lleva el mismo nombre que el lago de donde alimenta sus agua (Gutiérrez) mientras por momentos se hacía ancho, profundo y con una belleza que deja a uno con la boca abierta y atrapa de tal manera que uno no se da cuenta cuanto camino.

Así nos paso a nosotros que de repente llegamos a un puente que travesaba el arroyo y para mi sorpresa del otro lado la ruta a la altura de las casas de una familias Mapuches que hace un poco más de un año atrás visite.

El cielo sigue nublado y la amenaza de lluvias sigue presente así que con un poco más que una hora de luz retomamos el camino hacia el camping. Ya que debemos terminar de prepararnos para rumbear a El Bolsón.


El Bolsón.

Tras una noche complicada en un hostel de paredes de papel y la gente que no respeta el silencio de la noche el día arranco bien temprano y una vez con las mochilas armadas arrancamos el camino hacia el bolsón.

Una comarca en vigilada por el Cerro Piltriquitrón o el Piltri como es más conocido por estos pagos y el Cerro lindo y por supuesto el famoso rió Azul que si tendría que describirlo en una sola palabra sería tan original como AZUL ya que sus aguas son realmente de este color y Río Quemquemtreu o como muchos lo llaman acá “El rió de la Caca” dado a que no hace mucho rio arriba se establecieron nuevos poblados y descargan sus desechos cloacales en el mismo.

Al bajar del micro la tentadora oferta de un hombre cambio el rumbo de nuestro andar, y desviamos nuestros pasos hacia un camping más allá del paralelo 42 e internándonos en la provincia de Neuquén buscamos el camping en la zona de la confluencia donde se une los dos ríos que ya mencione. Pero la moneda no salió de la cara correcta ya que el camping no dio pista alguna de haber estado por allí por lo que retomamos el plan original y rumbeamos hacia el camping del rio Azul.

Camino de montaña de una belleza única e imaginable y una vista panorámica del pueblo de deposita en el camping. Alejado de los ruidos y rodeado de paz armamos el campamento a unos cien metros del rio con el Cerro El lindo mirándonos y a nuestra espalda El Piltri, un lugar robado de los sueños de algún poeta. O de algún hippie si nos remitimos a sus orígenes.

Unos mates acompañan a este encuentro con la naturaleza y la Patagonia pura. Cruzamos la pasarela que atraviesa el rio y miramos hacia un horizonte infinito, mientras el rió moldea a las piedras tras su curso al lago Puelo. Rio abajo se ve imponentes los tres picos del cerro que lleva esa característica como nombre.

Las sombras se van haciendo cada vez más largas y el sol se esconde atrás del Cerro lindo mientras aprovechamos la fuerza del rio que trae diariamente troncos hacia las orillas y recogemos algunos para calentarnos bajo y cocinar bajo el manto de millones de estrellas.


Un pueblo de Artesanos

El jueves nos levantamos temprano junto a unos mates y luego de organizarnos partimos hacia la plaza Pagano donde se desarrolla una de las mayores concentraciones de artesanos y productores locales: músicos, pintores, escultores, escritores, todo tipo de artistas locales y por supuesto aquellos que lleguen con sus mochilas al hombro como es de costumbre.

El sol está en lo más alto de su recorrido y las opciones para comer son muchas y diversas desde las papas fritas chorreando aceite hasta los esquicitos sándwiches vegetarianos y las frutas finas.

Un habiente de armonía y buena vibra donde los artistas callejeros deslumbran con sus obras y nos hacen reír hasta las lagrimas como aquel grupo de payasas de sin vergonia que nos invitan a viajar por diferentes países a bordo de una nave de carcajadas. O como aquellas melodías que te hacen soñar entre sus notas musicales de los locos que hacen música con instrumentos creados por ellos.

Plaza Pagano es un mundo aparte, fuera de todo molde de esos que la gente de traje intentan imponer como sociedad. Donde uno pasa las horas sin darse cuenta hasta que la noche cae sobre uno y es momento de partir.

Así fue por lo que luego de abastecernos de algunos víveres retomamos el camino hacia el camping.