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jueves, 7 de abril de 2011

Rumbo Sur - Lago Puelo

Rodeados de mochilas grandes, cruzamos el paralelo 42 mientras nos adentramos en Chubut arriba de una unidad de la empresa La Golondrina.

La ruta 16 nos lleva hasta la localidad de lago Puelo y descendemos del Colectivo justo en la entrada del Parque Nacional Lago Puelo. Una promesa que se cumple un nuevo lugar en la lista.

Hace un año atrás justo cuando regresaba de Villa Los Coihues, me senté con mi padre a charlar. Anécdotas del viaje y otras locas ideas se soltaron al aire mientras ojeaba una sección de turismo de un famoso diario. Cuando de repente me encuentro con una nota de este mismo parque. El año que viene allí estaré le comente a mi querido viejo mientras miraba la foto.


Y hoy estoy acá junto a mis dos compañeras. Nos detenemos unos instantes en el refugio de los Guarda Parques para buscar un mapa e información sobre la desembocadura del Río Azul y guiados por las indicaciones del GP seguimos nuestro rumbo a través de una mezcla de bosques andino-patagónicos y selva Valdiviana. El ciprés de la cordillera, el coihue, el espino azul, el radal y el arrayán se entrelazan haciendo de este lugar una atmósfera mágica entre sombras, los rayos de luz que se filtran por los pequeños huecos del follaje y los arroyos que conforman el Delta del Río Azul. Que para nuestra sorpresa aquel caudaloso río azul antes de llegar al lago se transforma en un Delta de pequeños arroyos.


El viento sopla y las aguas de color verde, turquesa se agitan formando pequeñas olas, que llegan hacia la costa donde almorzamos una sandwich para reponer las energías mientras el sol brilla en lo alto y nosotros nos resguardamos a la sobra de los arbustos.


Nos adentramos nuevamente al bosque para retomar el camino y terminar en el puerto del lago donde los comerciantes regalan los últimos lugares de sus excursiones a precios muy por debajo de lo que se consiguen por ejemplo en El Bolsón.

Tres tipos de excursiones se pueden hacer en este lago, siendo la más completa la denominada el Límite con Chile. Las ofertas son tentadoras y flotar en el agua me tienta más que estar mirándola desde la playa de piedras, por lo que volvimos a rascar los bolsillos y a bordo de un semirrígido nos adentramos en las profundas aguas del lago, que llegan hasta los ciento ochenta metros y se tornan de un tono azul oscuro mientras contrastan con el verde de las montañas y las paredes de piedras de la bahía Calabozo que se alza al cielo como una trampa mortal para quienes queden atrapados entre el lago y su pared de casi noventa grados. Al lado de esta se encuentra la bahía Catedral con picos altos en forma de torres que le dan el nombre y un encanto particular que te atrapa junto con el sonido de las olas rompiendo entre las piedras.

Seguimos navegando esta vez con el viento a favor pasando por el frente del Cerro Cuevas hasta llegar a la Cascada Escondida donde el agua que llega desde lo alto de la montaña se vierte al lago en forma de cascada con gran fuerza. Uno de esos pequeños rincones mágicos de nuestro país que continúan inmaculados.

Tomamos un poco del agua helada de la cascada y continuamos la navegación para pasar frente al delta del Río Azul y finalmente el puerto.

Una experiencia única en un escenario que te quita las palabras de la boca.

Tiramos la mochila en las piedras y sacamos el mate, mientras mi compañerita disfruta del agua del lago antes que el sol termine por esconderse de tras de las montañas. En este punto el agua vuelve a verse verde-turquesa y el cerro tres picos corona el horizonte mientras las sombras se van haciendo cada vez más largas y los últimos rayos de luz rozan los picos de los cerros.

Nos colgamos la mochila nuevamente y salimos en busca del colectivo que nos devuelve a Río Negro.

1 comentarios:

Julieta Catalina dijo...

Mis saludos para usted viajero, alma trashumante, libre, ya que no hay mas palabras que decir :)

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