Avanzamos
con la camioneta hacia el oeste por la subida de Greda. Primera a fondo y con
marcha lenta la camioneta trepa sin problemas entrando en la reserva natural
Loma del medio dejando a nuestras espaldas el Piltri y el pueblo.
Camino de
ripio rodeado por la naturaleza, bastante deteriorado en algunos puntos pero en
su totalidad se puede decir que está en buen estado.
A nuestra
izquierda el rio que serpentea valle abajo y a nuestra derecha la montaña pura
y tranquila. Marcha lenta sin apuros llegamos al fin de la calle y estacionamos
bajo unos árboles para encarar la subida a pie.
Abonamos un
bono contribución mínimo y seguimos por senderos muy bien marcados entre las piedras
y el bosque nativo, donde nos detenemos bajo un árbol de Maqui donde los chicos
se vuelven locos por su frutos dulces
La caminata
no dura más de diez minutos y sobre una pared de granito y laja de orígenes glaciario
el tiempo tallo el perfil de la cabeza de un indio mirando hacia el bellísimo
valle donde el rio azul serpentea entre campos sembrados.
El lugar no
podría ser más mágico como si los artistas hubieran tallado ese rostro en la piedra
de más de veinte metros. Imponente pero
serena mira hacia el valle como custodiando el rio. Una vista magnifica de las
montañas, sus valles los campos sembrados de fruta fina, las paz que te
envuelve, el fresco de la roca contrastando con el calor del sol.
Miro al
horizonte, pierdo mi mirada y me imagino el lugar poblado de Mapuches viviendo
de la tierra, “sociabilizando” con ella.
El hombre
piensa que sabe todo y cuanto le falta aprender. Horizontes vírgenes donde la imaginación
puede vagar libre. Será lo que falta en las grandes ciudades para que se llene
de pensamientos positivos?
Las cosas
cambiaron pero recuerdo aquella vendedora de la feria de la plaza Pagano que
imponiendo su voz me dijo “YO SOY MAPUCHE” al preguntarle si era descendiente.
Seguimos el
camino esta vez vamos descendiendo. El bosque se hace más cerrado la piedra
queda atrás y el sendero nos lleva otra vez al punto de salida.