Salimos
desde Loma del Medio en la comarca del Bolsón y encaramos la Ruta Provincial N°
16 rumbo norte y sin darnos cuentas
terminamos en El camino de los Nogales una larga calle de ripio donde el sonido
de los arboles danzando con la suave brisa nos envuelve y llena de paz nuestro
ser. Bajo la marcha de la camioneta y dejo que sola se deslice por el camino
como formando parte del mismo. El Piltri a nuestra derecha las chacras, las
plantaciones de lúpulos que se levantan desde el suelo enredándose entre las
perchas.
Paro la
camioneta y le sedo el mando a Adri que sorprendida me pregunta que sucede.
Quiero disfrutar el paisaje es la respuesta más sincera pero el lugar es la
escusa perfecta para que ella practique su manejo. Por lo que me siento en el asiento de
acompañante y con la kalimba en mis manos la magia del lugar me atrapa.
Seguimos
camino hacia la cascada de Nahuel Pan escondida entre la montaña el camino sube
y baja como si una montaña rusa pero el paisaje vale la pena.
Seguimos el
camino y pasamos de largo una bifurcación buscando un cartel que nos indique.
El camino se hace más dificultoso y como en una montaña rusa la camioneta llego
a su punto máximo y se deslizaba hacia atrás. Era hora de tomar nuevamente el
volante por lo que si soltar el freno cambiamos las posiciones y continuamos
subiendo.
Los oído se
nos taparon por causa de la altura y el camino cada vez se hacía más inhóspito.
Un pequeño y precario puente tiro abajo la teoría de que este era el camino
hacia la cascada pero ahora era cuestión de saber hasta dónde llegaríamos.
Avanzamos
cien metros más y adelante una tranquera ponía fin al camino. Adri bajo de la
camioneta para observar y con un gesto
me hace entender que ya no se puede avanzar.
Camino
estrecho de montaña. Como damos la vuelta es la cuestión. Adri encuentra un lugar para girar y el con
el pie preparado en el freno damos la vuelta mientras ella me guía desde abajo.
Comenzamos
el descenso prácticamente sin poder soltar el pie del freno. Recordamos un
charco en el medio del camino y decidimos parar en una bajo la sombra de una
conífera con intensiones de que los frenos se enfríen un poco y no provocar un
choque térmico. Me pongo a pensar si sirve para algo o los sabiondos se reirían
de mí. Pero el paisaje vale la pena como para apagar el motor por un rato y
escuchar el canto de los pájaros
Seguimos
bajando ya por pendientes más débiles y en el camino le hacemos señas a unos
paisanos a caballos y parando su marcha nos guían mientras le cuento hasta
donde llegamos y con el típico tonito que los caracteriza y una sonrisa en el
rostro me dice que llegamos hasta su casa.
Mangar
argentino si los hay, que ninguno de nosotros sabe decirle que no, seguimos
avanzando con una docena bajo el brazo. A pocos metros la entrada del campo se
hace visible y en la entrada una señora nos pide por favor si estacionamos la
camioneta a un costado ya que el camino en adelante esta en mal estado.
Estacionamos
la camioneta y arrancamos la caminata que no duro más de quince minutos en
rendir sus frutos y dejarnos con la boca abierta ante tan hermosos salto de
agua tallado sobre el faldeo del Piltriquitrón. La pared de piedra tapizada por
el musgo verde de diferentes tonalidades, el agua cristalina que se precipita
desde lo alto hacia un lecho de roca provocando un dulce sonido que te envuelve
y atrapa con la magia del lugar.
Como si el
salto no alcanzara para enamorarnos un sinuoso arroyo corre montaña abajo
llevando nuestra vista hacia una postal única los cerros Hielo Azul, Dedo
Gordo, Perito Moreno de fondo y las chacras se mesclan con el bosque de
cipreses en el valle.
Lugar mágico
sin duda a tan solo 8 km de El Bolsón