lunes, 23 de agosto de 2010
En el camino (regreso de Santa Teresita)
Si hay alguien en este mundo que pueda derribar a mi filosofía de vida son mis viejos y tras un pedido de mi padre me dirijo a Santa Teresita, en el partido de la costa clavada frente al mar se encuentra esta ciudad invadida por turistas en verano que vienen buscando el sol, la arena y las aguas del mar bravío.
Sera por esto que la costa nunca fue un punto que llamara mi atención. La imposibilidad de descubrir un lugar diferente, mágico, hace que desvié el dedo a la hora de elegir un destino en el mapa. Salvo esos lugares como Mar del sud que todavía conserva costas semi-vírgenes.
Ahora no me siento frente a una hoja en blanco para escribir sobre Santa Teresita y me estadía en ella, sino del regreso hacia mi hogar.
Las agujas del reloj están acomodándose lentamente en posición para marcar las cuatro de la tarde, cuando el micro comenzó a rodar en la ruta, hasta la ciudad de Las Toninas donde se adentro para recoger pasajeros y rápidamente volver a pisar el asfalto de la RN 11.
Luego pasar frente a la entrada de San Clemente el paisaje lentamente comenzaba a cambiar. Las casas y construcciones se iban haciendo más escasas para luego dar lugar a la llanura pampeana, de eso es justamente de lo que quiero hablar.
Horizontes lejanos donde la vista se pierde en la nada y la soledad es manchada por algunos ranchos o casco de estancia, un mar de tonos verdosos y marrones delimitado por un gris plomo del cielo que filtra de forma caprichosa a los rayos del sol que dejan al descubierto las venas del campo. Espejos de agua que brillan llenos de vida, espejos donde se amontonan aves y dan respiro a la tierra labrada y castigada por cosechas que nacen en una probeta. No quiero meterme en un tema que se escapa de mi conocimiento, pero añoro ver esos campos sembrados con trigo o los océanos amarrillos que sin recelo nos otorgaban los girasoles que siempre estaban mirando tu pasar.
El micro sigue avanzando por la RN 11 hasta que el asfalto deja lugar al ripio, donde un guarda parque nos saluda desde la banquina y tomamos la RN 36.
El Paisaje va cambiando al acercarnos al pueblo de Pipinas, las construcciones van tomando terreno nuevamente. Carteles de venta de pescado fresco delatan que se trata de un pueblo de pescadores. La cercanía con el campo, el rio sarombombo y la bahía homónima marcaron el rumbo de este pueblo enclavado en el medio de la nada misma.
Al dejar el pueblo atrás, el campo nuevamente se vuelve protagonista como si reclamara su lugar en la modernidad. Las horas pasan y en el vidrio de mi ventana se refleja un horizonte encendido fuego. Al mirar hacia la ventana opuesta, un espectáculo se está desatando a lo lejos. La lámpara siendo devorada por la tierra y un cuadro con pinceladas naranjas y violáceas.
El micro se transformo en una cuna gigante y los ojos pesan hasta que el sueño gana la batalla y al despertar la civilización y sus consecuencias. Un piquete en la ruta valla a saber uno cual es la causa de dicha protesta. Como ambientalista más de una vez participe de una protesta, más de una vez reclame. Pero no hace falta ocasionar inconvenientes a los que no tienen nada que ver. No quiero opacar el brillo del campo, la belleza del ocaso. Por lo tanto me relajo y miro la gente pasar caminando (mas rápido que nosotros) por nuestra nueva ruta.
domingo, 8 de agosto de 2010
Corpachada - Lguna de Rocha
El viento sopla y el frio llega hasta los huesos pero la caña con ruda ayuda a calentar el cuerpo. Martin me comenta que hubo un desentendido con los músicos que vienen desde capital y que están retrasados. Mientras tanto nos ponemos al día con Nati y le comento sobre mi proyecto de recorrer el Delta bonaerense en verano.
La gente va llegando. Vecinos del Barrio Malvinas se acercan mientras Martin hace un reconocimiento del lugar ya que las lluvias dejo bajo agua parte del humedal. Evidencia de que este lugar no puede ser barrio u otros proyectos que grandes compañías piensan o tienen planificado.
Pasado el medio día el colectivo llego con la gente y pronto nos pusimos en movimiento para comenzar la Corpachada. Esta Ceremonia consiste en alimentar a la Mama Tierra es por esto que en el día de la Pacha mama nos reunimos en la laguna.
El lugar se lleno de buena vibra, la gente sonreía y la música comenzó a tocar de la mano de la agrupación de Sukuris de "Fuerza Joven".
Una vez preparado el “escenario” la ceremonia guiada por Wenceslao Villanueva comenzó al encenderse el fuego purificador. Las palabras sabias se hicieron presente tanto por parte de Villanueva como de Teodora Gualumpa (cacique guaraní), palabras llenas de tristeza por los que le están haciendo a nuestra Madre tierra, palabras llenas de esperanzas, luego la voz se le cedió a todo aquel que quería decir algo, mientras las llamas consumían los leños se escucharon a los jóvenes y a los ancianos.
Con alegría la ofrenda se coloco en el fuego, que para asombro de Villanueva y Gualumpa esta se hizo ceniza antes de que logren llevarla al pozo donde se iba a colocar junto con los alimentos. “los espíritus de los Querandies se los han llevado contentos” La voz de Gualumpa no calla y deja al descubierto todo lo que a nosotros “La gente civilizada” nos falta aprender.
La Caña con ruda, el api, y los mates pasan de mano en mano todos estamos alegres una vez más se honro a nuestra pacha que tanto está siendo mal tratada.
lunes, 2 de agosto de 2010
Las joyas de Hipólito Leandro Torino
Colón 581, Burzaco. Tras una puerta pesada puerta de Madera se encuentra las joyas de Hipólito Leandro Torino padre de Maria Elisa Torino y Abuelo de Julieta Leys dos grandes amigas.
Los caminos me han llevado hasta acá, si bien me han comentado anécdotas de Hipólito como la vez que al tirar un bollo de papel al tacho de basura al soltarlo de su mano vio una cara de un duende el cual expuso en una repisa de su casa. Las palabras no alcanzan para describir las obras de arte que las manos de este hombre han creado.
Obras que hablan por sí solas, obras que viven y cuentan una historia. Allí estaba Hipólito rodeado de afectos. Con la una sonrisa en su cara y la energía de un pibe de veinte. Un hombre simple, humilde de pelo canoso, con la mirada alegre.
Paso a recorrer la sala y me detengo a observar una por una las maravillas que están expuestas, de repente en un rincón la música comienza a sonar. Los Torinos nacieron con un don eso está más que claro.
La vos de Maria Elisa atrae la atención. Y así uno a uno van pasando homenajeando a Hipólito. Que emocionado recorrer abrazando a cada uno que está a su lado. Se me anudan los dedos y la palabras se me escapan para describir ese momento en el que me abraza y me dice ustedes son en alimento de mi alma entre otras cosas.
La música sigue sonando, la cara de Hipólito muestra mil expresiones, todas felices. Y para seguir sorprendiéndonos al escuchar los acordes que dos de sus amigos le regala, toma el teclado y comienza a tocar. Al viejo (con todo respeto) lo perdimos entre las teclas y melodías.
Que más nos podía sorprender de acá en mas? Una pequeña libreta me llama la atención en un atril, de hojas amarillentas y con trazos realizados en birome lo dice todo. Xxxxxxxxxx. Son los bocetos de Hipólito, pequeñas maravillas creadas vaya a saber donde, un bar? Un tren? Nos reímos con Tony Ley al recorrer las hojas.
Pensar que debería estar aburrido y se le podría hacer esto. Que a mí ni me sale concentrándome. Deja escapar Tony en un acto de sinceridad.
Lamentablemente me tengo que ir antes que se baje el telón. Tal vez esperaban leer las anécdotas de un viaje, entre las montañas o frente a una laguna. Pero esta vez he viajado sin querer en un mundo diferente entre cuadros y buena música.
A Hipólito Leandro Torino Todos mis afectos.
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Muestra Retrospectiva de H. Leandro Torino (Finaliza el 14 de agosto)