Fiesta Provincial de la Mozzarella, San Vicente.

El sol ya pasó por su punto más alto y es hora de salir, dejamos los mates para más tarde y junto a mi compañera de ruta y vida nos colgamos nuevamente la mochila para recordar después de un largo tiempo de estar parados, lo que es el movimiento.

Un colectivo de línea nos deja en la RN 210 (que a esta altura es más conocida como Avenida Espora), donde impacientes vemos llegar a lo lejos el numero setenta y nueve del Colectivo que debemos tomar con rumbo al sur o como el cartel del mismo lo indica, hacia San Vicente.

Alrededor nuestro un hermoso día de primavera se está desatando, el cielo despejado, la temperatura agradable y el verde cada vez más verde, lo que me recuerda sobre El año nuevo natural que hace unos días atrás leí en el blog de un compañero, año nuevo que no tiene nada que ver con el que el hombre de ciudad conoce, si no el que uno siente a la hora de estar en el camino en contacto con la tierra y que comienza con la llegada de la primavera.

El Colectivo sigue avanzando y el paisaje cambia delante de nuestros ojos y los espacios verdes se ven cada vez más seguido y uno siente otra energía en el aire. Hasta que uno entra en la ciudad de San Vicente donde un político nos da la bienvenida con un cartel donde coloco su firma. Si bien desde la ventanilla vemos como nuevamente las casas se amontonan una al lado de la otra, a apenas cuarenta y cinco kilómetros de la Capital Federal, San Vicente es una ciudad con alma de pueblo, donde un sentimiento de paz te invade ni bien un baja de su colectivo.

Un cartel en la esquina de la Av. 25 de mayo y Almirante Brown nos indica que es el lugar donde bajarnos, pero nuestro camino se desvía temporalmente hacia la laguna que está a unos pocos minutos del lugar yendo por la Avenida Almirante Brown.

Laguna del Ojo como en la época colonial fue llamada (aunque es más conocida por laguna de San Vicente) posee 180 hectáreas y es una de las mejores opciones para escaparse de la vida cotidiana. El agua esta calma y no hay mucha gente en el disfrutando de este maravilloso lugar.

Para mi sorpresa me encontré con un club náutico y un muelle, que para ser realista es más un restaurante al lado de la laguna, pero bienvenido sea y gracias a esta nueva instalación nos sentamos a almorzar una hamburguesa con papas fritas junto a mil charlas, mil pensamientos y sentimientos soltados al viento.

Seguimos el camino y bordeamos la laguna hasta que el sonido de un violín, un saxo y una guitarra nos sedujo a quedarnos cerca para disfrutar de su dulce melodías y saborear unos ricos mates con la vista clavada en la laguna que minuto a minuto iba cambiando con la caída del sol en el horizonte y en lo alto las aves que revolotean mientras se dirigen a sus nidos para pasar la noche.

El reflejo del sol, los arboles y juncos en el agua que parece inmóvil como si se tratara de un gran espejo hacen de la escena una postal.

El termo nos ha cedido sus últimas gotas de agua y la ronda de mate a llegado a su fin, la temperatura está bajando y nos volvemos a poner en marcha, retomamos nuestros pasos hacia la avenida 25 de mayo y Almirante Brown donde finalmente entramos a la Fiesta Provincial de la Mozzarella.

En el interior del Instituto San José, gente de campo, artesano y otros pequeños productores exponen sus productos mientras que en el escenario Olga Caminos suelta sus dulces Sambas, Chacareras y Gatos para los bailarines que más abajo le sacan brillo a la noche.

Para cerrar con broche de oro a este día en un banco sami en penumbras de la plaza principal hacemos unos pases mágicos de un termo a otro y junto a unos polvos que dejamos caer en el interior de uno de los recipientes, nos reímos imaginándonos como nos estarán viendo la gente que pasa y ve la preparación del capuchino que van a acompañar a unos churros espectaculares que compramos en la panadería.